Y ahora que los años me llegan de golpe y caigo en la cuenta que he dejado atrás la niñez, que fumo más de lo que debería, que cargo a todas partes demonios dentro de la piel. Ahora que los errores no perdonan, y los días siguen pasando cada vez más rápido, ahora que tengo un montón de respuestas pendientes y preguntas aún sin formular, que la vida me ha enseñado que de vez en cuando hay que ser hijo de puta, y complacer a la mayoría es una enfermedad contagiosa.
Es ahora que entiendo que la edad es solo una imposición al tiempo, que los minutos se alargan cuando no te tengo cerca y las distancias no importan cuando dos individuos se atraen, ahora comprendo todo el tiempo que pasé caminando sin buscar nada ni a nadie, es ahora que caigo en la cuenta de que todo lo que ha tenido que ocurrir no es más que la preparación para lo que viene, para lo que estamos destinados a vivir.
Estas ganas de querer hacerte mía,
de burlarte por las noches en mi sueños,
de buscarte entre los bares y el infierno,
de encontrarte entre las sombras y el papel.
De decirle a mi pluma que no escriba,
de borrarme las promesas de los labios,
de gritarle al destino que es mentira,
que no puedo continuar si tú no estás.
Estas jodidas ganas de mandar todo al carajo, de dejar el orgullo de lado e ir a buscarte a donde sea que estés, de cruzar puentes y ciudades con tal de encontrarte, de gritarle al mundo que aún te amo, que todo puede cambiar, que desde tu partida no soy más que un cuerpo inerte con un montón de obligaciones sin sentido, que la madurez me llego demasiado rápido y sin ti para afrontarla.
Estas putas ganas de luchar por lo perpetuo, de acariciarte nuevamente con la punta de los dedos, de hacerte sentir que no todo está perdido, que aún podemos escribir esta historia inconclusa que dejamos a medias por el miedo a crecer. Que ganas de volver a tomar tu mano por las calles, y ser nuevamente para ti aquel caballero que tanto presumías, de curar tus cicatrices con saliva y hacer que olvides el pasado, como ayer.
Voy a dejar mis vicios, entre ellos tu nombre; tu silueta, tu prisa, aquellos ojos en los que me perdía. El cigarrillo, el alcohol, la forma en que sonreías.
Voy olvidarme de que existes y que en algún momento fuimos felices, dejaré de cruzarme entre tus días, para que tu esencia se separe de la mía. Y entender por fin que te has marchado y aunque me duela que me hayas olvidado, apartarme para siempre de tu ser.